Este año 2016 ha sido un sendero de distintas emociones que nos ha dejado con ganas de reencontrarnos de nuevo y seguir viviendo tanto las buenas como las malas experiencias en este pequeño taller que nos ha unido y que, para algunas, ya es como nuestra segunda casa.
Entre punto y punto hemos reído (¡y mucho!) pero también
hemos tenido que parar la máquina de coser para apoyarnos en los momentos
difíciles.
Nos hemos emocionado con cada caja de pastelitos que
anunciaba una boda o un nuevo trabajo; los despidos y los fracasos emocionales
se han hecho añicos entre mojitos y chales; nos hemos ilusionado diseñando
patucos y gorritos de fresa para futuras incorporaciones a nuestra familia,
porque puede que nuestros bebés no traigan un pan debajo del brazo, pero sí un par
de agujas y un ovillo. Hemos desafiado el paso del tiempo convirtiéndonos en
adolescentes canturreando las primeras citas, los amores fugaces y los amores
verdaderos; nos hemos sentido Indiana Jones compartiendo las aventuras de los
viajes hechos y por hacer; y puede que no hayamos ayudado mucho a trasladar
sofás o montar estanterías, pero hemos sido refugio de todo cuando las mudanzas
nos dejaban la cabeza patas arriba.
Pero, como decíamos, también nos hemos hecho piña para
vencer los obstáculos que nos ha puesto el 2016 en el camino. Nos hemos
enfrentado como una manada de leonas ante las malas noticias; nunca han faltado
los abrazos en las pérdidas ni los bordados en los duelos; y siempre ha habido
una silla y un té con pastas para que una baja médica se convirtiera en un
alta; y, aunque nunca lo dudamos, todavía nos sorprendemos de la fuerza tan
increíble que puede tener una persona tras someterse a un trasplante.
Y, después de hacer este pequeño repaso de nuestro año,
dejadnos daros las gracias por poder haber hablado en plural en este texto, por
habernos hecho partícipes de este gazpacho de emociones: gracias por dejarnos
opinar sobre los nombres de vuestros futuros pequeñas y pequeños y por dejarnos
decantarnos por el solomillo para el banquete; gracias por enseñarnos fotos de
vuestros ligues y dejar que os digamos lo guapos que son o que no os llegan a
la suela de los zapatos, y por enseñarnos informes médicos, fotos de vuestros
viajes y por darnos las direcciones de vuestras nuevas casas.
En resumen, gracias por hacer que lo que empezó como un pequeño
proyecto hoy sea una pequeña o, más bien, gran familia, donde nuestras madres
son madejas y telares y los hijos las risas, el cariño y el buen ambiente.
Y, por supuesto, ¡¡no esperamos menos del 2017!! Este nuevo
año volveremos con las puertas y brazos abiertos y las pilas cargadas para
vivir todo lo que se nos presente, pero eso sí, siempre juntas.
Os deseamos Feliz Año 2017
Antonia y Julia
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